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Anécdotas en Dermatología 2

ISBN-13:978-84-7714-336-9. Editorial EDIMSA. Madrid 2010.

Anécdotas en Dermatología 2

Prólogo

No tienes que poner vinagre en tus escritos:
tienes que poner sal.
Montesquieu

La realidad supera a la fantasía. Esta expresión es un dicho menudeado, un comodín, una frase hecha, un recurso lingüístico común ampliamente repetido cuando nos cuentan hechos sorprendentes. Incluso creo que se podría ascender a la categoría de axioma.

Y si no, díganme que no conocen sucesos inusuales pero reales, que parecen creados por la imaginación: patatas en forma de guitarra, huevos de cinco yemas, o niños que hablan inglés antes de echar los dientes.

Los informativos periodísticos se nutren de tales historias curiosas e inéditas que sobrevienen de forma excepcional. Pero si los redactores de noticias mirasen con atención hacia las consultas de los dermatólogos, encontrarían un verdadero arsenal de anécdotas que contar.

Una anécdota debe referir de forma breve un incidente biográfico interesante o entretenido. Es necesario que se base en hechos reales. De alguna manera, debe acercar al lector a la esencia misma de un contexto determinado, de un personaje o de una institución.

Las “Anécdotas en Dermatología” que pueden leer a continuación cumplen con este criterio. Médicos, pacientes, acompañantes, consultas y quirófanos son protagonistas del relato. Pero además estas narraciones tienen una cualidad común añadida que aumenta su valor intrínseco: todas ellas mueven a la sonrisa. Unas veces porque nos reconocemos en el doctor protagonista. Otras, porque encontramos entre los renglones a aquel enfermo que se sentó frente a nosotros y nos cambió el gesto con su ingenuidad, con su ignorancia, con su picardía, con su idioma balbuciente o con su doble intención.

Hace mucho que dimití irrevocablemente del trabajo de vivir con amargura, de custodiar al rencor, de lanzar críticas malignas o de atesorar incomprensión. Mi deseo de ser feliz es absolutamente proactivo. No quiero forjar en el yunque de la adversidad un alma heroica, pero triste.

Es cierto que mi intención nace de mis propias fuentes. Pero no invento nada. Ya en el siglo I antes de Cristo, Publilius Syrius, afamado por sus sentencias, decía: Deos ridere credo, cum felix vocat, esto es, “creo que hasta un dios sonríe cuando un hombre feliz le invoca”.

Tal vez por eso estoy convencida de que estas “Anécdotas en Dermatología” están hechas a mi medida, escritas con mis palabras, dibujadas con mis trazos, coloreadas con mis azules favoritos. Porque me hacen feliz. Y deseo que, como si de un objeto “pret a porter” se tratase, sirvan con la misma finalidad a todos aquellos lectores que como yo, desean integrarse en la secta de los iniciados en la delicia, y ser dichosos momento a momento con las pequeñas cosas que la vida nos ofrece.

Como este libro.

No quiero reclamaciones ni demandas que ahuyenten la placidez de este tiempo dedicado a la evasión amable. Así pues, como médico que soy, me voy a permitir hacerles una recomendación final:

Léase solo, si se quiere tener un rato de felicidad.
Las lágrimas están contraindicadas*.
(*Excepcionalmente se podrán autorizar ante un final conmovedor.)
 

Aurora Guerra

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Narrativa
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