Si el tiempo
tuviera ojos,
miraría mi deseo de ti
y sonreiría burlón,
si tuviera boca.
Rodearía mi pecho y mis caderas
volviéndome eterna
cuando te sueño,
si tuviera brazos.
Pero cuando estás a mi lado
se escapa entre mis dedos y mis labios,
y, -como si tuviera piernas-
corre veloz.
Maldito sea.
Si el tiempo
tuviera cuerpo,
mientras nos mece
engañoso,
le mataría.