Se pierde la tarde,
y mi pensamiento,
irisado de sueños,
se estira de norte a sur.
Mis manos lentas
tararean
sobre la melodía de tu piel.
El juego de una mosca y un cristal,
nos acompañan.
No tengo hambre ni sed,
pero no estoy ahíta.
Me siento bien,
y solo quisiera que el tiempo
se olvidase de nosotros.