La salud mental tiene que ver con el estilo de vida, con la alimentación, con la vivienda, con el trabajo, y de forma fundamental, con la manera en que se afrontan los problemas y conflictos que conllevan el hecho de existir. Lo que sentimos hacia nosotros mismos configura en gran medida el equilibrio de nuestra mente. Pero la interiorización de las normas sociales y los valores culturales que estipulan cómo debemos ser, a veces se transforman, si no se cumplen adecuadamente, en obstáculos psicológicos que impiden sentirse bien con la propia vida.
En nuestro cuerpo, las enfermedades de la piel, accesibles siempre, llamativas a menudo, desagradables frecuentemente, son una barrera hacia la calidad de vida integral, hacia la armonía psíquica. El camino de la piel a la mente, se convierte así, en una vía aberrante y facilitadora de las alteraciones mentales. El acné, la psoriasis, la dermatitis atópica, el vitiligo, la alopecia, son las enfermedades cutáneas en las que con mayor frecuencia se enlazan alteraciones mentales.